El virtual anonimato que brindaba Internet está siendo cada vez más acotado. Al creciente uso de tecnologías de identificación, se suma la adopción de leyes que obligan a las empresas que proveen acceso a Internet a recolectar, procesar, y dar a conocer la identididad de sus usuarios, de nosotros. Se trata de las llamadas leyes sobre rentención de datos.
América Latina no ha estado libre de este riesgo. Recientemente la Corte Suprema de Argentina declaró la inconstitucionalidad de la ley que obligaba a revelar este tipo de información, y lo propio sucedió en Chile, cuando el Tribunal Constitucional anuló la ley que intentaba obligar a los dueños de cibercafé a identificar a sus usuarios. Pero los riesgos de suman. Recientemente, el gobierno de Ecuador adoptó una reglamentación que autorizaría a la autoridad policial y al gobierno a acceder a información personal de los usuarios de Internet, sin orden judicial siquiera. Con ello, ya sólo falta declarar abierta la “temporada de caza de brujas” e identificar al enemigo de turno.
En la siguiente columna, Alberto Cerda, director de asuntos internacionales de ONG Derechos Digitales, se refiere a las leyes sobre retención de datos, cómo ellas afectan el derecho a la vida privada, y menoscaban otros derechos fundamentales.
“’En Internet, nadie sabe que eres un perro’. Con esa leyenda, hace más de una década, un perro frente al computador explicaba a otro el anonimato que Internet proveía a sus usuarios. Internet era concebido como un entorno plagado de avatares y users sin correspondencia con el mundo real, donde la identidad del usuario podía ser ocultada o encubierta fácilmente. El anonimato dejó de ser la regla en Internet. Como resultado de las necesidades propias del creciente desarrollo del comercio electrónico y la prestación de servicios en línea, que requieren certeza en cuanto a la identidad de quienes participan de ellos, los usuarios de Internet han perdido aquel virtual anonimato del que parecían gozar a finales del siglo XX. Contraseñas y passwords, sistemas de localización geográfica en línea, números de tarjeta de crédito y dispositivos de firma electrónica, entre otros muchos mecanismos técnicos, han contribuido a la clara identificación de los usuarios de la Red.”
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