La violencia de género en línea es un continuo que existe junto al contexto heteronormativo y patriarcal predominante en el mundo físico. Los relatos de la variedad de ataques sufridos día a día por todo tipo mujeres (niñas, indígenas, lesbianas, trans) y en diferentes roles (madres, activistas, periodistas, políticas, académicas) nos obligan a pensar en las herramientas que pueden construirse para combatir directamente esa violencia: desde lo técnico, lo discursivo, lo artístico y lo social. Muchas iniciativas de ese tipo ya se están tejiendo y consideramos que es importante conocerlas, usarlas y celebrarlas este #25N.
La violencia de género toma diversas y horrendas formas en su manifestación física, sexual, psicológica y económica. A menudo las víctimas quedan atrapadas en un círculo que pone el énfasis en su re-victimización y en la ausencia de herramientas para combatirla de forma más efectiva. Habitualmente no se presta suficiente atención a que en todos los casos, la disponibilidad de herramientas legales para frenar o prevenir la violencia no es la única herramienta ni la más eficiente para detener la violencia. La clave en todos los casos es el apoyo y el acompañamiento, las redes de confianza, los espacios donde las víctimas puedan comunicarse sin temor a ser agredidas, para poder desarrollarse como sujetos integrales, y no sólo perpetuarse como víctimas.
Tal como sucede en las iniciativas contra la violencia de género que se desarrollan en el mundo físico que cuentan con programas de acompañamiento, capacitación laboral o residencias de acogida, para enfrentar la violencia en línea hoy se están construyendo numerosos espacios y movimientos a través de iniciativas de empoderamiento tecnológico; talleres y manuales de seguridad digital; repositorios de aprendizajes sobre derechos, autodefensa y autonomía digital para mujeres de identidades diversas; y el desarrollo de infraestructuras feministas y autónomas, entre otras iniciativas. Todas estas iniciativas están cambiando el foco desde la violencia hacia las herramientas y el poder que como mujeres podemos desarrollar para combatirla. Este año hemos dedicado nuestro tradicional informe “Latin America in a Glimpse” a documentar algunas de estas experiencias, que veremos en diciembre próximo.
Desarrollar estrategias de apropiación del espacio digital en respuesta a la violencia es urgente para combatir la narrativa que se construye cuando luego de una agresión digital se fuerza a que sean las mujeres quienes abandonen tales espacios considerados ‘inseguros’, dejando como resultado la autocensura y la impunidad, al timpo que es el perpetrador de la violencia quien gana cuando se silencia la voz de la víctima.
Aún queda mucho por hacer y necesitamos ser más exigentes con las plataformas privadas que ofrecen servicios a través de internet, en lo que les compete a reconocer y reaccionar oportunamente a ataques coordinados que buscan silenciar a mujeres en el entorno digital, en correlato a la censura y la violencia que sufren en el espacio físico.
Existe una deuda pendiente en términos de la transparencia con que las plataformas reciben y procesan solicitudes de este tipo, así como los criterios de procedimiento y sustantivos que se tienen en consideración para resolverlos. La sensibilidad a los condicionamientos culturales, sociales y etnográficos de nuestra región también resulta aquí un imperativo de responsabilidad social empresarial para plataformas configuradas desde otras latitudes.
La violencia en línea, tal como la violencia física, probablemente no desaparecerá nunca por completo, pero se le puede disputar el espacio a través de iniciativas como las que enunciamos aquí. Ellas ocupan el espacio virtual desde nuevas premisas de respeto e igualdad, que cambian la filosofía defensiva -que aún es tremendamente necesaria- por una de conquista de los espacios autónomos y seguros para que las mujeres puedan comunicarse y organizarse.
Las narrativas son tremendamente importantes en este proceso de apropiación y combate de la violencia: con alegría, con libertad de equivocarse y aprender, con espontaneidad, con compañerismo y solidaridad.
Como lo apunta Darinka Lejarazu a propósito de las bondades de tejer juntas: “Las feministas defendemos a capa y espada los espacios de mujeres y creo fervientemente que deberíamos de volver a tejer juntas y es que hay algo especial entre un grupo de mujeres que se reúnen a tejer, bordar, coser… estas actividades te dan la posibilidad de la escucha activa, juntas, mientras creamos cosas con nuestras manos podemos pensar, podemos abrir nuestro corazón, hablar de nuestros problemas, buscar soluciones juntas, hilamos ideas, entretejemos nuestras historias, aprendemos unas de otras y construimos desde el amor, el amor que solo se puede experimentar entre mujeres, creamos un nuevo cotidiano que nos permite sanar las heridas y respirar en este mundo que nos quiere ver ahogadas; ganar fuerzas para combatir”.
Construyamos estos espacios. Este 25N las invito como punto de partida a revisar las recomendaciones de Ciberseguras rumbo al #25N: herramientas y consejos para colectivas para una participación segura en las actividades que nos lleven a las calles. Conmemoremos esta fecha. Sigamos la lucha contra la violencia en todas sus formas. Vamos a tejer juntas una nueva internet.