El Presidente Piñera se reunió con Obama esta semana para hablar del TPP, reafirmando la postura del gobierno de seguir adelante con una negociación criticada transversalmente. ¿Cuál es el precio de cerrar un acuerdo a meses de salir del gobierno?
A principios de los dos mil, Chile estaba en una situación diferente. Luego de décadas de exclusión en el contexto internacional, la economía del país necesitaba un empujón que permitiera su desarrollo comercial, y para ello la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos fue un objetivo al que Chile quiso llegar de cualquier modo. Y los costos fueron varios, pero quizás uno de los más sonados, fue el aumento radical de los criterios de protección en materia de derechos de autor, incluyendo aumento de plazos de protección más allá de los estándares internacionales.
Hoy Chile está en un momento diferente. Y el mundo está en un momento diferente. No solo China ha desplazado a nuestros principales socios comerciales de la época, sino también Chile tiene en su cartera una buena cantidad de acuerdos comerciales que fomentan el libre comercio a nivel global.
Con todo esto, es llamativa la tenacidad del gobierno de Sebastián Piñera de cerrar un nuevo tratado de libre comercio llamado, eufemísticamente, Trans Pacific Partnership (TPP), que tiene como socios solo a países con los cuales nuestro país tiene ya firmados acuerdos de libre comercio, lo que supondrá re-negociar tratados que no tienen ni siquiera diez años desde su suscripción. A lo anterior, debiera indicarse aspectos aún más problemáticos, como el excesivo celo en las negociaciones, declaradas secretas, que hace imposible saber -incluso para el Congreso Nacional- a qué nos estamos comprometiendo normativamente en el TPP.
Las voces críticas en contra de la conveniencia de este tratado vienen de todas partes. Sin ir más lejos, el que fuera jefe negociador de Chile en TPP hasta hace un par de meses, levantó alertas respecto de lo que los países están comprometiendo y los problemas que esto podría suponer. Adicionalmente, un informe del ex-jefe de DIRECON durante 2004-2010, añade aún más dudas, indicando que las ganancias para Chile en TPP serían, de existir, marginales; y los costos altísimos, destacando, entre otros, temas de derechos ciudadanos en Internet.
Este es un tratado que se acuerda de manera secreta, sin que existan señales claras de los beneficios que podría tener para el país -pero muchas luces de sus problemas- y que, dado lo complejo de su alcance, sus negociaciones se han trabado en aspectos sensibles. Pese a todo lo anterior, el gobierno del presidente Piñera parece esmerado en cerrarlo antes de la cumbre de presidentes APEC en octubre de este año.
La pregunta entonces ya no es solo por qué el gobierno mantiene como secreto algo que se supone beneficioso, sino también qué razones y a qué precio, el presidente Piñera ofrece cerrar este acuerdo a sólo algunos meses de dejar el poder. Quizás, y como lo hemos venido pidiendo desde hace algún tiempo, este es el momento en que debiera intervenir la política.