Crisis energética en Ecuador

Cosechar Energía Solar para la Resiliencia Digital

La crisis de energía en Ecuador se profundiza día a día. Mientras, la ciudadanía busca alternativas para hacer frente a esta situación. Rafael Bonifaz, líder del Programa Latinoamericano de Seguridad y Resiliencia Digital de Derechos Digitales, cuenta en carne propia cómo se vive en un país donde se promete el fin de los apagones sin dar el debate urgente y necesario por las energías limpias.

CC:BY (Francisca Balbontín)

La crisis energética de Ecuador

Ecuador atraviesa la mayor crisis energética que se tenga memoria. En octubre de 2023 empezamos con apagones de 3 a 4 horas, que en su momento parecía un montón. Nunca imaginamos que un año después llegarían a durar 14 horas, en mi caso eso significó tener 3 horas de energía al día. Una amiga venezolana me contó que en su país ya no cuentan los apagones, sino los “alumbrones”.

Durante estos meses aprendí que no se puede pensar en resiliencia digital sin pensar en electricidad. Pasé varias semanas que se sentían como meses buscando la forma de trabajar. Intenté con UPS, ir a trabajar en cafeterías o incluso utilizar el plan de datos para conectarme a internet. Fue tal la crisis que después de dos horas de apagón ya no funcionaba ni la telefonía ni el internet móvil. Nos desconectamos de la electricidad, pero también de las comunicaciones.

Ecuador es un país privilegiado con muchas fuentes de aguas en las montañas que descienden hacia el Océano Pacífico y la Amazonía. Esto lo ha convertido en un país ideal para aprovechar la energía hidroeléctrica. También contamos con un parque de centrales termoeléctricas que están pensadas para cuidar el agua en tiempos de sequías. Las mismas estaban sin mantenimiento y ha costado mucho ponerlas a funcionar.

Si bien mi situación era complicada, seguramente no era nada comparado a alguien que vende helados, alimentos refrigerados o las industrias que dependen del suministro eléctrico. Cada vez más en las calles de las ciudades se escuchaba el sonido a generador eléctrico con olor a combustible quemado.

Mientras esto sucedía, yo participaba de una discusión interesante en X sobre energía solar liderada por Edgar Landivar. Él fue mi pionero del desarrollo de software libre en el país, diseñó respiradores de hardware abierto durante la pandemia y ahora fomenta el uso de energía solar. También fue mi primer jefe y un viejo amigo. Él nos contaba sobre el uso de paneles solares y baterías para sobrevivir a los apagones, además de la generación comunitaria que el país podía utilizar para afrontar la crisis de una manera descentralizada y amigable con el medio ambiente.

Busqué soluciones de energía solar para mi casa que, si bien son costosas, son mucho más accesibles de lo que me imaginaba. Intenté encontrar alguien que venda e implemente una solución en poco tiempo pero la demanda saturaba a la oferta y yo pasaría semanas o meses sin una solución hasta que descubrí los generadores solares.

Los generadores solares

Los generadores solares consisten en una estación de carga (powerstation en inglés) y uno o varios paneles solares. La estación de carga tiene baterías para almacenar electricidad, un inversor para convertir la energía directa en alterna que es lo que usamos en nuestras casas. Las baterías se pueden cargar desde la energía de la empresa eléctrica, en el encendedor del automóvil o a través de paneles solares.

Cuando llegó mi generador solar rápidamente la angustia se convirtió en curiosidad. A diferencia del UPS, la estación de carga me da un estimado de tiempo de duración según los dispositivos que están conectados. También me cuenta cuántos watts estoy consumiendo y según eso puedo decidir si desconecto dispositivos para soportar las horas de apagón. Además mi generador permite cargar mientras se usa y de esta manera pude trabajar incluso con apagones no programados que llegaron a ser de 8 horas.

Mi relación con la electricidad cambió desde entonces. Siento que utilizo los paneles solares para cosechar rayos solares que se almacenan como electricidad en mi estación de carga. A diferencia de los generadores a combustión, los rayos del sol no cuestan, no hacen ruido y no emiten gases. Ese mismo sol que se siente tan intenso en épocas de sequía, nos está regalando electricidad y somos muy pocas las personas que la aprovechamos.

El país de las montañas, agua y sol radiante

Si bien mi solución me salvó y pude trabajar con calma otra vez, no es una solución definitiva. De hecho mi generador solar está diseñado para acampar, pero en Ecuador sirve para mucho más, nos da la posibilidad de generar electricidad propia y tener autonomía, poder trabajar incluso si el Estado nos falló.

Una solución solar definitiva tendría que funcionar con una solución fija de paneles solares de mayor capacidad, un inversor que convierta la energía directa en alterna y un banco de baterías para sobrevivir a los apagones. Podría tener el sistema conectado a la red eléctrica de mi casa, encender, focos, prender la refrigeradora, tener internet y algunas otras necesidades básicas o no tan básicas.

Este tipo de sistema se lo conoce como desconectado de la red (off-grid en inglés) y me permite funcionar independientemente con o sin apagones. Dentro de este sistema lo más costoso son las baterías, pero son las que me permiten funcionar al momento del apagón. Con un sistema así puedo aprovechar la energía eléctrica incluso cuando no hay apagón. De esta manera estaría contribuyendo con mis gotitas de agua en los embalses de las hidróelectricas para que otras personas la puedan usar.

Por otro lado, los sistemas conectados a la red (on-grid en inglés) permiten inyectar el excedente de generación solar a la red pública. Si la gente instala paneles solares, esta energía se produce durante el día y probablemente la mayoría de personas en ese momento no se encuentran en casa. Entonces se puede solicitar a la empresa eléctrica un medidor bidireccional. El consumo de la noche o de los días muy nublados se compra a la empresa eléctrica, el excedente que se genera durante el día se lo entrega a la empresa eléctrica y el medidor lo va descontando del valor a pagar a fin de mes.

Esta solución tiene como ventaja que dejaríamos de utilizar la energía durante el día porque la generamos con el sol y además se contribuye con el excedente para que otra gente lo use a través de la empresa eléctrica. Alguien que tiene un sistema de este tipo, no solo guarda sus gotitas en los embalses, también contribuye para que otra gente no tenga que utilizar energía hidroeléctrica durante el día.

Es además una solución distribuida que hace que el país pueda ser más resiliente a crisis energéticas. Podríamos funcionar con energía solar en el día e hidroeléctricas en la noche. Seguro necesitaríamos algunas plantas térmicas o de otro tipo, pero estaríamos en una mejor situación.

Los sistemas solares conectados a la red tienen el problema que se deben desconectar cuando suceden apagones. Las personas que dependemos mucho de electricidad podemos considerar invertir en baterías y tener un sistema híbrido que nos permita resistir a los apagones y contribuir con electricidad al resto.

En varios países de Europa y en varios estados de Estados Unidos el gobierno ha dado incentivos para que la gente contribuya con energía solar. Lamentablemente en Ecuador solo se dieron incentivos claros para comprar generadores eléctricos a combustión. Se ha invertido cientos de millones de dólares en energía térmica y en algunos casos no se sabe si esta funcionaría. Estamos pronto a tener elecciones, esperemos que las y los candidatos hablen de energía solar y energías limpias en sus planes de trabajo.