Excelencias, participantes del IGF, muy buenos días. Mi nombre es Jamila Venturini. Vivo en Brasil, y hoy estoy aquí como titular de Derechos Digitales y en representación de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones.
Para muchos de nosotros, esta es la primera versión del IGF a la que asistimos presencialmente, luego de que los efectos de la pandemia nos afectaran de múltiples formas. Este IGF tiene la impronta de un reencuentro, para continuar dándole forma a la gobernanza de internet de manera tal que esta asegure su contribución al bien común; a un futuro equitativo, justo y sustentable.
La 17° edición del IGF ocurre en un momento en que se sienten aún más fuertes -aunque con particularidades, según el contexto- los exacerbados efectos de diversas crisis superpuestas: el debilitamiento de la democracia, guerras, el empeoramiento de la situación ambiental y el cambio climático, entre otras. Tales crisis, extrapoladas a la esfera digital, se han traducido en la intensificación de narrativas estigmatizantes y polarizantes; en el poder amplificado, concentrado y dominante de las grandes corporaciones sobre el espacio digital; y el surgimiento de nuevas formas de colonialismo digital y de datos, solo por mencionar algunas.
Pero ¿Qué implica todo esto para la gobernanza de internet?
Desde mi punto de vista, implica lo siguiente:
En primer lugar, todas estas crisis son creadas o acrecentadas por inequidades estructurales y desequilibrios de poder que debemos reconocer en la medida en que se desarrollan las discusiones sobre gobernanza de internet.
Las tecnologías tienen el potencial de exacerbar dichos desequilibrios e inequidades, como fue evidente durante la pandemia, cuando un pequeño grupo de la población global pudo continuar sus actividades de manera segura y remota mientras que otra parte continúa pagando el precio de la exclusión. Sin embargo, ¿Acaso la tecnología no juega, también, un rol en mitigar estas inequidades? La respuesta es sí, y tenemos muchos ejemplos de ello. No obstante, en orden de que estas soluciones sean sustentables y se conviertan en la norma, necesitamos revisar profundamente nuestras prioridades y encontrar la forma para sacar el mejor provecho de los procesos internacionales que ya existen.
En la medida en que los desequilibrios de poder afectan los espacios de la gobernanza de internet, son cada vez más urgentes e imperativas acciones proactivas hacia la construcción de procesos efectivos multisectoriales y ampliar la participación en todas las discusiones sobre gobernanza de internet y la cooperación digital. Las organizaciones internacionales deberían dar el ejemplo e incorporar medidas proactivas para permitir que grupos históricamente marginalizados puedan hacerse escuchar y ser considerados significativamente; y esto incluye a organizaciones intergubernamentales y normativas, bancos y agencias de desarrollo, entre otras; las que además deberían elaborar mecanismos de transparencia y rendición de cuentas dentro de sus propios procesos, y presionar a los gobiernos nacionales y a las corporaciones globales de tecnología en la misma dirección.
El IGF es una pieza central del ecosistema de la gobernanza de internet, y también es clave para mejorar la coordinación en esta materia y en la cooperación digital, a nivel global. Esperamos que el papel que juegue el Panel de Líderes del IGF en la consolidación del IGF como una plataforma para identificar maneras viables de sostener, fortalecer y dar forma a procesos de gobernanza genuinamente democráticos.
Un segundo punto para responder a mi pregunta inicial acerca de la relación entre las múltiples crisis que nos afectaron y el IGF, es que internet está engarzada en las vidas de las personas y que la digitalización impacta tanto a quienes están conectados como a quienes no. Internet debería servir para promover la agencia y el empoderamiento de grupos en situación de marginalización, y estos deberían participar activamente en las decisiones que impactarán en sus futuros.
Por ejemplo, las brechas en el acceso a internet continúan siendo un desafío crítico en África y ampliamente a lo largo del Sur Global, o Mayoría Global. Se pueden hacer esfuerzos más grandes para contextualizar la conectividad para que las comunidades se beneficien de ella por completo. Expandir los ecosistemas de telecomunicaciones para que contemplen soluciones orientadas a la comunidad puede ayudar a impulsar la innovación local, contenidos situados, y la propiedad colectiva, así como también el cambio económico en muchas zonas de África y otros lugares, como ya lo han demostrado varios líderes y organizaciones de base aquí presentes.
Ellos deberían ser parte de cualquier discusión sobre gobernanza de internet. Las mujeres y la comunidad LGBT+ también deberían ser parte y, de hecho, actualmente ya desempeñan un papel fundamental en la construcción de un futuro digital resiliente y sostenible.
Medidas concretas deberían ser tomadas para fomentar su participación en las conversaciones sobre cooperación digital y la gobernanza de internet; y para proteger sus derechos, incluyendo el derecho a la vida y a la libertad de expresión, los que están bajo constante ataque debido a la violencia política por razones de género contra quienes ocupan los espacios de la toma de decisiones o insisten en alzar la voz ante las injusticias.
Finalmente, no puedo pararme aquí sin hacer eco del llamado de las sociedades civiles al restablecimiento de internet en toda la región africana -y más allá- y al fomento de una internet libre, abierta y segura que permita a todos ejercer sus derechos fundamentales.
Mientras celebramos la existencia del IGF -en sí mismo un resultado de la presión significativa de la sociedad civil-, enfatizamos la necesidad de que este juegue un rol protagónico en la promoción de los derechos humanos y de perspectivas de justicia ambiental y de género en los debates acerca de la cooperación digital y la gobernanza de internet hacia el futuro digital que queremos.
Muchas gracias.
La versión original del discurso en inglés está disponible aquí.