Decir que la pandemia por la propagación de COVID-19 ha transformado por completo nuestra vida y el mundo tal como lo conocíamos se ha vuelto un lugar común. Uno de los cambios más notorios tiene que ver con la necesidad de confinamiento de un porcentaje importante de la población. En América Latina, algunas regiones están próximas a entrar al quinto mes de cuarentena.
Mucho se ha hablado respecto al rol preponderante que ha adquirido internet y la tecnología en este contexto de encierro. Pero mientras algunos se han empeñado en celebrar la gran capacidad humana de adaptarse a casi cualquier situación gracias a internet, la realidad es mucho más compleja. A raíz de las medidas gubernamentales para frenar la pandemia en América Latina, la región ha experimentado una alza en las violencias de género. El fenómeno también ha sufrido transformaciones asociadas al nuevo contexto y los retos que plantea el confinamiento y las subsecuentes restricciones de algunas medidas de apoyo y limitaciones a la capacidad de atención a las víctimas.
Con la intención de entender mejor los efectos de la pandemia sobre las mujeres que enfrentan violencias, la Organización de las Naciones Unidas, a través de la Relatoría Especial sobre la violencia contra la mujer, hizo una convocatoria para recibir información que contribuya a comprender la violencia de género en este nuevo contexto y las medidas que tanto gobiernos como organizaciones no gubernamentales han tomado para enfrentar los desafíos que plantean las restricciones sanitarias y las limitaciones de los canales convencionales de ayuda.
Desde Derechos Digitales quisimos aportar a este proceso mediante una consulta a nivel regional a organizaciones feministas y defensoras de derechos digitales, con el objetivo de entender el impacto que la pandemia ha tenido sobre sus métodos de trabajo y saber si el incremento de la violencia de género se ha manifestado también en los entornos digitales. Con información de países como Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala y México hemos podido identificar que ante limitadas respuestas oficiales en buena parte de los países, las redes no gubernamentales de apoyo se han mantenido activas en los entornos digitales, enfrentando nuevos desafíos.
Observamos que a las múltiples brechas en el acceso a internet en la región se suman condiciones de género, raza y nivel socioeconómico que impactan en el acceso a los canales digitales de ayuda frente al incremento de la violencia doméstica y la falta de acceso a atención e información sobre salud sexual y reproductiva. Estas dificultades se han agravado ante la implementación de medidas de movilidad restringida y confinamiento en la región donde, en muchos casos, las víctimas se encuentran todo el tiempo bajo la vigilancia de sus agresores.
Mientras las respuestas por parte de los gobiernos de la región han mostrado no ser suficientes para atender la amplia gama de necesidades que surgen en este contexto ni para documentar los impactos que enfrentan las víctimas de violencia de género, activistas y organizaciones de la sociedad civil han asumido la responsabilidad de generar datos, para informar y prestar asistencia a las víctimas de violencia.
Estas organizaciones también han sufrido los impactos del alza de la violencia de género a través de las plataformas digitales con ataques como la suplantación de identidad, la exposición de datos personales, amenazas directas dirigidas a lideresas públicas, defensoras de los derechos de las mujeres y grupos LGBTIQ+. Del mismo modo, se identificó el incremento de reportes a los contenidos publicados por las comunidades que resisten y apoyan a víctimas de violencia en plataformas de redes sociales.
Estas acciones buscan silenciar sus voces y tienen impactos directos en la libertad de expresión, pero también en el acceso a información, asistencia y apoyo de las víctimas violencia doméstica. Se suman intentos de aumentar la vigilancia en línea durante la emergencia de salud en algunos países, que pueden impactar directamente el anonimato que es fundamental para la protección del derecho a la privacidad y la asistencia segura a las víctimas.
Ante las restricciones de derechos humanos en el ámbito digital y el auge de la violencia de género en línea, la defensa de los derechos digitales y el desarrollo de una internet feminista se vuelven condiciones esenciales para proteger a las defensoras de derechos humanos que enfrentan las agendas racistas, misóginas y patriarcales en América Latina. Ningún reto que enfrentemos, aún siendo en un contexto tan particular como es la pandemia por COVID-19, justifica la implementación de medidas abusivas que -más allá de no dar resultados positivos para el beneficio social- menoscaban los derechos humanos.
Puedes leer el aporte de Derechos Digitales a la consulta de la ONU sobre la violencia de género en pandemia, haz clic aquí.